¿Cuál es el secreto de la Escuela de Español de Middlebury?

Jorge Jiménez

La Escuela de Español de Middlebury College es la escuela de español más antigua del mundo. Desde su fundación en 1917 es un modelo que inspira a muchas instituciones y responsables de programas de lenguas. ¿Dónde reside el secreto de su pervivencia y alta calidad?

Origen de la Escuela

Las bases de la Escuela, al igual que todos los programas de lenguas de Middlebury College, están en el krausismo (como bien cuenta el profesor Véguez, 2017). El krausismo es una escuela filosófica que toma su nombre del filósofo alemán Karl Christian Friedrich Krause (1781-1832), discípulo de Kant.

Aunque su éxito en Alemania fue muy limitado, las teorías krausistas tuvieron muchos seguidores en el Sur de Europa, en los que fue un verdadero terremoto intelectual. El epicentro del “terremoto krausista” se sitúa en la Universidad Central de Madrid, entre 1841 y 1857, y su primer predicador fue el catedrático de filosofía Julián Sanz del Río. Las teorías krausistas tuvieron mucho eco entre la burguesía liberal urbana e influyeron muchísimo en la pedagogía en los países hispanos a finales del siglo XIX y principios del XX (periodo en el que se fundó la Escuela de Español de Middlebury College). 

La ILE (Institución Libre de Enseñanza)

Los profesores krausistas tuvieron en contra a los políticos porque defendían ideas tan extrañas como la libertad de cátedra, la autonomía del alumno, la coeducación o la defensa de la razón.

En España, el krausismo creó la Institución Libre de Enseñanza (ILE). La ILE fue fundada por profesores discípulos del Sanz del Río expulsados de la universidad estatal, como Gumersindo de Azcárate, Bartolomé Cossio o Francisco Giner de los Ríos. Este último, es muy importante para nuestra Escuela.

En el mundo hispano, los discípulos latinoamericanos de Sanz del Río expandieron las teorías krausistas por todo el continente: Hipólito Yrigoyen, José Enrique Rodó, Alejandro Korn o José Batlle y Ordóñez, en el Río de la Plata; Alfonso Reyes, en México; o Alejandro Octavio Deústua, en Perú, entre muchos otros. Todos ellos tuvieron un papel muy importante en la renovación escolar y también en la política de sus países. Es especialmente significativa la influencia del krausismo en los próceres independentistas caribeños Eugenio María de Hostos (Puerto Rico) y José Martí (Cuba). 

El krausismo y el aprendizaje de lenguas

Sobre las bases del krausismo, la profesora Lilian L. Stroebe, doctora en filosofía por la universidad alemana de Heidelberg (1904), fundó la primera escuela de lengua (alemán) del Middlebury College en 1915. Stroebe unía ideas del krausismo junto a otras provenientes de métodos de idiomas innovadores en esa época (sobre todo el“método natural”o Berlitz y el “método directo”). Estas ideas fijaron las características esenciales que comparten las escuelas de lenguas del Middlebury College:

1. La palabra de honor (que representa el compromiso del estudiante por aprender y respetar a sus compañeros). 

2. La naturaleza como el escenario ideal para el estudio (es una influencia del romanticismo alemán). 

3. La formación de calidad de nuevos profesores y el desarrollo completo de los alumnos (no solo formación lingüística, sino también educación física, espiritual, intelectual o artística).

La Escuela de Español

Tras la fundación de la Escuela de Español de Middlebury, en 1917, la llegada de profesores que provenían de la Institución Libre de Enseñanza (ILE) fue intensa gracias a los contactos personales y a las ayudas de la Junta de Ampliación de Estudios (otra institución ligada a la ILE). Un ejemplo: la nieta de Francisco Giner de los Ríos, Laura Giner, fue la esposa del director de la escuela Francisco García Lorca (hermano del famoso poeta) durante su exilio en Estados Unidos. Laura, además de dar clase en la Escuela, fue codirectora de la Escuela. Ella fue la conexión fundamental entre los Estados Unidos y los exiliados en otros países hispanos, al igual que otras profesoras de la Escuela (ver el trabajo de Carmen de la Guardia, 2020). Este sustrato de maestros que venían de la ILE (influidos también por las ideas de J. Dewey o Froebel) fijaron el ADN que caracteriza a la Escuela de Español desde sus inicios. 

¿En qué consiste ese ADN? Debajo resumimos los principios metodológicos generales de la Escuela de Español. Muestran la relación intensa entre la ILE y la filosofía de la Escuela de Español a partir de fragmentos de la obra de Francisco Giner de los Ríos (1969).

Aprender una lengua es vivirla 

No verás en la Escuela de Español “listas de verbos” sin más. En Middlebury, entendemos la memorización como un medio y no como un objetivo de aprendizaje. Al igual que Giner de los Ríos, en la Escuela estamos contra la “estampación”: “Repetir mecánicamente unas cuantas nociones, más parece [destinado a] anular la inteligencia que a proteger su natural evolución” (p 88). Giner animaba a transformar “esas antiguas aulas; suprimid el estrado y la cátedra del maestro; suprimid el banco, la grada, el anfiteatro, símbolos de la uniformidad y el tedio” (p 107). 

En consecuencia, el aprendizaje fuera del aula es tan importante como la que sucede dentro, todo forma parte del mismo proceso (por eso en la Escuela hablamos de co-curriculares y no de extra-curriculares). En la Escuela, nuestro objetivo es la lengua real y todas sus variedades sociales, geográficas o contextuales (por eso nos importa mucho la pronunciación).

Somos una comunidad

En la Escuela, al igual que los ILE, creemos que la cercanía, la colaboración constante y la comunicación estrecha y personal entre el maestro y el discípulo refuerzan la dignidad de ambos, siempre con el mismo fin: acercarse a la verdad (p 91-93). Para Giner de los Ríos las lecciones ideales consistían en una conversación familiar, práctica y continua entre maestro y discípulo (p 93) y el aprendizaje era una tarea común que afectaba a ambos: “No hay educación que no refluya sobre el educador desde el educando (p. 119)”.

Una comunidad de aprendizaje basada en el respeto

La Escuela, como la ILE, cree que la diversidad es un valor, nunca un problema. Profesores y alumnos aportan formación, estilos, tradiciones y visiones diferentes porque ayudan a entender el mundo y tener una mejor experiencia. La Escuela de Español es una comunidad de aprendizaje independiente y libre frente a doctrinas, por eso creemos que el respeto a la diferencia es imprescindible para la convivencia.

Aprender no es instruir, sino educar 

Para los profesores formados en la ILE al igual que sucede en la Escuela de Español, el aprendizaje no trata solo de instruir, sino también de educar integralmente. Como señalaba Giner de los Ríos, las personas solo instruidas “ignoran el arte de formar ideas propias y el de servirse de las ajenas” (p 86). También en la Escuela de Español procuramos que el estudiante se desarrolle de forma completa, que sea capaz de “amar a lo bello, [tener] fuerza y agilidad corporales, nobleza de maneras, gobierno de las relaciones sociales” (p. 120). 

La Escuela ofrece al alumno múltiples vías para la práctica constante del español en contextos reales, pero también para su educación integral: deporte, teatro, literatura, música, pintura, cine, filosofía… El objetivo final es formar a personas que sean capaces de mejorar la sociedad en general “Dirigiendo la evolución del espíritu de su país [junto con] las restantes fuerzas que en ella actúan” (p 135). 

El aprendizaje es indagativo

Para los miembros de la ILE, el aprendizaje se basaba en la razón. También en la Escuela de Español “La enseñanza tiene que ser indagativa” (p 91). Como señalaba Giner de los Ríos (1969), el proceso de aprendizaje tiene que ser intuitivo (la pedagogía contemporánea lo llamaría “aprendizaje inductivo”). Esto consiste en partir de la observación y la experimentación práctica de los hechos para obtener datos concretos que llevan a conclusiones, “con independencia de la disciplina, ya sea la geometría o la metafísica” (p 102).

Los estudiantes ideales de la Escuela de Español son “escolares activos, que piensan, que hablan, que discuten, que se mueven, que están vivos, en suma, y que se ennoblecen con la idea de una colaboración en la obra del maestro”. El objetivo de la ILE y de la Escuela es formar ciudadanos autónomos, capaces de acceder al conocimiento por sí mismos, es decir, aprendientes de español que puedan aprender por sí mismos.

Enseñar a los que enseñan 

La Escuela tiene también como objetivo formar a los mejores profesores de español, en sus programas de posgrado o en los de siete semanas. De esta forma, todos los veranos se organizan talleres,jornadas, seminarios, charlas o comunidades de práctica cuyo objetivo es que el estudiante de la Escuela (que es o será maestro) se beneficie de la experiencia de otros profesores de para mejorar su labor.

Buenos profesores, excelentes personas 

La alta calidad del profesorado de la Escuela se manifiesta en su apertura, tolerancia, independencia y responsabilidad. No en vano, por la Escuela de Español han pasado varios premios Nobel, un premio Óscar, varios premios Goya, un par de premios Cervantes, varios premios Iberoamericanos de poesía, premios nacionales, regionales… artistas y académicos, además de lingüistas o teóricos cuya obra hoy se estudia en todas las universidades del mundo hispano. 

Pero no basta con saber mucho para ser profesor en la Escuela. Para ser profesor en la Escuela de Español de Middlebury College hay que tener un interés genuino por la enseñanza, el trabajo en equipo, contribuir antes que figurar, la capacidad de convivir estrechamente y de solucionar todos los conflictos. Los directores y directoras de la Escuela saben que no es fácil encontrar a profesionales como los que trabajan en Middlebury.

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Esta manera de hacer las cosas en la Escuela de Español se basa en un marco homogéneo nacido de los principios de la ILE y promocionado a lo largo de más de cien años por excelentes profesores de todo el mundo hispano. Un marco abierto que se adapta a métodos, tradiciones de aprendizaje y estilos de enseñanza diversos.

En definitiva, no hay un secreto en Middlebury, solo buenos profesores y alumnos motivados que se identifican con la historia y esta filosofía centenaria de la Escuela de Español.


Bibliografía:

Giner de los Rios, F. (1969). Ensayos. Madrid: Alianza Editorial. 

Guardia, Carmen de la. (2020). Las maestras republicanas en el exilio. Madrid: Los libros de la Catarata.

Pastor Cesteros, S. (2022). “La aportación del español como lengua extranjera a la configuración del hispanismo internacional en la primera mitad del s. XX”, Boletín de la Sociedad Española de Historiografía Lingüística (BSEHL), 16, 81-111.

Véguez, Roberto. (2017). En las montañas de Vermont [en línea]. https://schoolofspanish.middcreate.net/centenario/libro/index